Aquel soleado domingo de octubre, no tenía nada que hacer, me apetecía salir a tomar el aire, me puse unos jeans, una de mis mejores camisas por encima de una camiseta negra y salí a pasear por la zona del 'Maremagnum', en el puerto en Barcelona, hacía frío, pero brillaba el sol en un cielo azul y limpio, sin nubes, era agradable, se estaba bien deambulando, mirando la gente, uno de los locales abiertos presentaba una liquidación de cuadros, estaban expuestos, algunos originales de pintores desconocidos y copias legales de cuadros famosos, me encontré con una ligera cola para acceder, se liquidaban la mayor parte de todo el material expuesto, los precios muy bajos, detrás de mi una chica sola ensimismada, con vaqueros y un jersey delgado de hilo de azul turquesa, llevaba unas gafas rectangulares pequeñas que le conferían un aspecto intelectual, entablamos conversación, a ambos nos gustaba curiosear en galerías, me dijo que se llamaba Marlene y entramos juntos al museo.Me sorprendió la amplitud de las salas, en una de ellas un conjunto de cuadros eróticos renacentistas ocupaban buena parte de la misma, debido a los focos y la cantidad de gente, la temperatura era altísima, gran cantidad de cuadros de mujeres desnudas, hombres, escenas placenteras en campiñas, jardines o palacios, algunas Venus renacentistas, Adonis, odaliscas, poses de toda índole, mostrando la desnudez y el erotismo de la forma más cruda y sugerente.
La obra en cuestión era 'Dánae recibiendo la lluvia dorada' de Tiziano. Una copia del original custodiado en el museo de Capodimonte.
Le pregunté que le pasaba, pero estaba absorta y me dijo que ahora no podía explicármelo.
-No, la verdad es que me resulta muy lejano, prefiero imaginarme a la chica del jersey azul, de sonrisa enigmatica y le hice un guiño.
Una sonrisa muy dulce, apareció al otro lado de la mesa.
-Gracias. Dijo bajando la mirada y la voz como un tanto azorada
El escote del fino jersey se ladeó un tanto, resbalando, dejándole un hombro de piel muy blanca, casi como el del cuadro aquel que ella miró tan intensamente.
-Pués no.
-Es que para comprender el detalle que acabo de descubrir, necesitas saberla. Lo importante es que la lluvia dorada que cae sobre el sexo de la Dánae (en griego Δανάη, “sedienta”)
Pedimos unas tónicas y unos pequeños sandwichs, estaban deliciosos, mientras hablábamos, mordisqueabamos y sorbíamos a pequeños sorbos las bebidas, disfrutando de aquella conversación.
-La diosa está tumbada así ¿no? Preparada para recibir la lluvia dorada.

Dice ella colocándosela por debajo del envés del muslo.
Marlene estaba eufórica, abre ahora sus piernas y aprieta los dedos contra la tela del pantalón. Al punto, se deja caer sobre la silla, toma la otra silla la acerca y se queda tumbada y da unos casi imperceptibles golpes de cadera al aire.
Había adoptado a la perfeccion la postura de la diosa, que aparecía acostada y desnuda sobre un lecho con las piernas abiertas y flexionadas y la cabeza ladeada. A pesar de los jeans y de su llamativo jersey yo estaba imaginando a Dánae allí delante mio. Instintivamente moje las yemas de los dedos en la tónica y lancé gotitas sobre su sexo, con las luces que se filtraban por la ventana parecían pequeñas perlas. Marlene aumentó sus golpes de cadera al aire abriendo aún más su sexo bajo los jeans.Yo estaba alucinando, me ajusté las gafas, no podía dejar de mirarla, me estaba imaginando a la Dánae en la época actual, en una cafetería bajo una lluvia dorada, y un hombro desnudo al aire libre, al ver que la miraba tan intensamente ella bajó la suya.

-Aquí no puedo
Marlene sonríe esta vez, muestra todos sus dientes blancos preciosos, se levanta con un ágil saltito y entra en el baño. Me quedé mirando la puerta. No se que cara puse y prefiero no imaginármela.
Se hizo interminable, pero solo pasaron unos minutos, sale y se sienta enfrente.
Marlene me muestra la yema del dedo índice ligeramente humedecida, se lleva el dedo índice a sus propios labios, saca la punta de la lengua y se lame tímidamente. Para y baja la mirada a la mesa.
Me pregunta bajando la voz, nuestros torsos rebajan la separación, casi estan encima de la mesa mesa que nos separa. Marlene se encoge de hombros, el escote del jersey vuelve a caer indómito, agarro su mano con decisión y me la acerco a la nariz.
Su cuerpo se contonea ligeramente en la silla. Con la mano libre se aprieta la parte trasera del muslo tirando hacia arriba como intentando abrir su sexo. Su respiración se acelera......Vuelve a aparecer la doncella Dánae.....
Marlene rebuscó en el bolso, extrajo un artilugio rosa, lleno de botoncitos y su semblante se crespó de repente, los sonidos de tazas y conversaciones lejanas volvieron....
-Dime. No, no me he olvidado, estoy en ello, estaba .... Si sí, ya lo sé, pero he entrado en una exposición de unos cuadros muy interesantes ....Y yo, también te quiero. Venga, que sí, que no tardo.
No se porqué, algo me decía que esta conversación ya se había acabado........
